La estricta verdad sobre el parto


LA ESTRICTA VERDAD SOBRE EL PARTO
El parto no es una función independiente, sino la última fase del largo y complicado  período de la reproducción vivípara, una función fisiológica normal y organismo humano dispone de los recursos adecuados para llevarla a cabo de forma espontánea, automática y completa.
No hay ninguna razón para que la última fase tenga que ser dolorosa y realizada artificialmente, cuando las otras no lo son y durante milenios, la mujer ha sido capaz de realizarla, espontánea y totalmente. 
¿Por  qué se ha decidido intervenir en el parto, cuando no se suele hacerlo nunca en las demás funciones fisiológicas, salvo caso de enfermedad?
Acaso haya sido el inexplicable  dolor que se presenta únicamente en la
 fase final, en el parto, que se atribuyó a una absurda maldición divina y que modernamente se cree que es provocado por la existencia, en el córtex cerebral de la parturiente de un reflejo condicionado que, debido a la nula o errónea información sobre el parto, lo interpreta como agresión y no como  función normal.  
Con este escrito intento explicar de una manera clara y concreta las fases de la reproducción vivípara que preceden al parto, el cual no es más que la consecuencia de ellas.
El organismo animal no es más que un conjunto de materiales a los que un fluído invisible mantiene cohesionados, dándoles forma, movimiento y vida.
Cada especie animal posee una forma corporal que lo caracteriza, unos miembros y unos órganos, especialmente proporcionados para  aquellas funciones que le son  propias y el instinto, la inteligencia o ambas cosas, necesarios para realizarlas.
Se  sabe que cualquier ser vivo tiene que pasar por por diferentes fases,  tiene que formarse y desarrollarse, a partir de una semilla o de un huevo, tiene que nacer, una vez formado, cuando ha alcanzado un nivel de desarrollo y crecimiento que asegure su supervivencia después del nacimiento, tiene que alimentarse, que añadir, continuamente, materiales a su organismo, primero para seguir creciendo y luego para reponer el material consumido viviendo y  subsanar los desperfectos que su actividad cotidiana origine en su organismo, el cual nace ya en posesión de la energía suficiente para desarrollar las funciones necesarias para conservar el organismo vivo, sano y activo.
Todas las funciones fisiológicas se realizan espontáneamente y de forma obligada. No podemos, aunque quisieramos dejar de respirar, tenemos, por fuerza que renovar el oxígeno y expulsar el anhídrido carbónico, tenemos que comer y beber, introduciendo en nuestro organismo los materiales que faltar y también tenemos que expulsar lo que sobran y son indeseables. 
El individuo no es completamente libre, sino hasta un cierto punto. Tenemos que vivir de acuerdo con nuestra naturaleza que es quién nos induce a respirar, a comer, a beber, a dormir, a movernos, a veces, de forma imperiosa.
No sólo se crece, también se merma, igual que el recién nacido va adquiriendo fuerza y habilidad conforme pasan los años, el adulto las va perdiendo, su organismo envejece, se deteriora, enferma y muere.
Para que las especies no desaparezcan, dentro de cada ser existe la capacidad de producir otro ser semejante que lo sustituya, que siga viviendo por él, cuando le llegue la hora de morir. La reproducción vivípara es la garantía de que la vida sigue, de que aquellas cosas que no pudimos hacer, otros las harán por nosotros y eso es un consuelo porque a la mayoría nos va a faltar tiempo u ocasión para hacer todo lo que quisiéramos.
La reproducción vivípara no es la más difícil ni la más larga de todas las funciones fisiológicas ni tampoco la más desconocida; en realidad, todas lo son. Sabemos que el corazón es el órgano que hace circular la sangre por todo nuestro cuerpo, que lo hace por medio de contracciones musculares y la circulación de la sangre es imprescindible para la vida, pero le dejamos que haga su trabajo solo, sin inmiscuirnos en él, salvo en caso de enfermedad, y otro tanto sucede con los demás órganos y funciones.
Tratamos de ayudar al aparato digestivo a que haga su trabajo, elejimos los alimentos idóneos, los preparamos, los masticamos, los ensalivamos y los engullimos tranquilamente, sin miedo, seguros de que nuestro organismo se encargará de digerirlos, sin problemas, como suele suceder en la inmensa mayoría de los casos.
Trabajar no es siempre una cosa agradable, aunque debería serlo y lo sería si se pudiera trabajar en lo que uno ha elegido como profesión, como realización personal pero, el cualquier caso, el trabajo produce cansancio y el cansancio, sueño,
Hemos repartido la vida entre sueño y vigilia e interpretado el sueño como un descanso, una necesaria recuperación de energía.  Por eso, vamos a dormir sin miedo, sin desconfianza, seguros de que dormir nos beneficia, de que dormir es una cosa buena y de que el organismo sabrá realizar esa tarea, de que nos despertaremos reposados y tranquilos. Con ese “¡Hasta mañana! con el que nos despedimos de quienes nos rodean, cuando nos vamos a casa a dormir, 
expresamos, tranquilamente, la seguridad de que habrá un mañana, de que dormiremos y despertaremos.
A veces, en vez de dormir, el insomnio nos atormenta y otras, horribles pesadillas nos acongojan y nos hacen vivir tremendas odiseas inexistentes.
Excepcionalmente, un bombardeo, un acto terrorista, un terremoto o un
 incendio nos hacen despertar despavoridos o, en el peor ya no nos despertamos nunca, pero a pesar de tales probabilidades, nadie tiene miedo de irse a la cama a dormir, confiamos en que, durante esa actividad fisiológica que es el sueño, nuestro organismo sabrá realizarla, sin peligro, sin perjuicio, beneficiosamente.
¿Por qué con la reproducción  no ocurre lo mismo? ¿Por qué el embarazo es motivo de preocupación y de frecuentes consultas al médico? ¿Es el embarazo más peligroso, más amenazante que la circulación de la sangre, la digestión o el sueño? Lo malo, lo terrible que tiene el embarazo es que se sabe que tiene que terminar en el parto y esta certeza es suficiente para transcurrirlo en una  inquietud que agiganta las eventuales molestias. Llevo muchos años tratando y preparando embarazadas y he visto casos verdaderamente ridículos de temores, de falsos presagios, me preguntan qué hay que hacer ante peligros que jamás he visto presentarse en un parto.
No acierto a convencer a las mujeres de que la reproducción vivípara es una función normal y el embarazo y el parto son fases de la misma.
Si el miedo al parto y las dificultades a las que se enfrenta la maternidad siguen progresando en la misma proporción que lo han hecho de un siglo a otro, veo un porvenir muy negro para la supervivencia de la especie humana un verdadero peligro de ir desapareciendo y  ser sustituidos por robots. Contando con lo fácil que es evitar o interrumpir embarazos, se logrará convencer a las mujeres de que tener hijos es una cosa terrible y  peligrosa, para la que, en la actualidad  cuentan con  poquísimas o nulas ayudas.
¡Que lastima, con lo bonitos. deliciosos que son los bebés y los niños! Yo no he visto jamás un bebé feo ¡y cuidado que he visto bebés!
Por eso, para que los bebés sigan existiendo, voy a intentar, por enésima vez, explicar en qué consiste la reproducción vivípara, como se realiza y el papel que el parto, la última de sus fases, representa en ella.
El ser humano es un animal mamífero más evolucionado que los restantes. No se sabe aún (al menos yo no lo sé) si fue creado así, tal como está o si antes de ser humano fue simio y luego se fue transformando. Pero lo que si sé es que el cuerpo humano es una máquina perfecta, en la que no sobra ni falta nada. Sé, por haberlo leído,  estudiado y observado así, que estamos compuestos por innumerables células, cada una de ellas con unas características y una misión concreta.
Destacan, entre ellas, las llamadas gametos, células reproductoras destidadas a crear organismos nuevos, semejantes a aquel que las produce.
La primera fase de la reproducción humana es, naturalmente, la producción de tales células, de gametos de ambos géneros. Son necesarios un gameto femenino, llamado óvulo  y otro masculino, el espermatozoo para formar, con la fusión de ambos, una nueva célula, el cigoto, que será la primera célula del nuevo ser y que, aunque parezca mentira, tiene en su organismo microscópico la energía suficiente como para convertirse en un ser humano, un hombre o una mujer, si dispone del material necesario y de las condiciones propicias, por sí sólo, espontánea y automáticamente. Los gametos se forman, sin intervención ajena, en glándulas especiales, pares y destinadas a ello que en la mujer su llaman ovarios y están situadas en ambos lados del útero.  No están unidos al útero, pero si comunicados con éste por medio de la trompa de Faloppio, un estrecho y rugoso canal, que termina, cerca del ovario en un ancho pabellón que, durante la ovulación, es decir, la eclosión del óvulo, abraza al ovario, lo recubre, para logar que el óvulo vaya a parar al orificio de la trompa, para su traslado al útero . tanto si está fecundado, como si no, evitando que caiga y se pierda, dentro del peritoneo.
En el feto femenino a término, los ovarios ya están cubiertos externamente de oocitos que, a su debido tiempo, se convertirán en óvulos.
 Crecerán, madurarán y estarán listos para ser fecundados, cuando la niña llegue a la edad fértil. Entonces y durante todo ese período, la ovulación se producirá cada 28 días, aproximadamente, distribuyéndose la actividad genésica de la mujer en dos períodos llamados fase foliculínica y fase progesterónica que se alternan durante el período fértil de la mujer y cesan al llegar la menopausia, que no es una enfermedad, sino un período de la vida.
En el varón, las glandulas genitales, también pares, están fuera del abdomen, entre el pene y el ano, en una especie de bolsa, llamada escroto y no 
empiezan a producir espermatozoos hasta la pubertad, en cambio, suelen seguir produciéndolos durante mucho tiempo y, como consecuencia, la etapa fértil del varón es más larga. Los espematozoos no crecen y son unas 200 veces más pequeños que el óvulo, pero muy abundantes, para cada óvulo suele haber millones de espermatozoos.
Ambos gametos pasan por un proceso de maduración en el cual pierden la mitad de los cromosomas contenidos en su núcleo, de  esta forma, al unirse los dos gametos se forma el cigoto con un solo núcleo en el que están contenidas las dos mitades de cromosomas de los gametos, formando el número normal de cromosomas de la especie.
Si en la fecundación, la primera fase de la reproducción vivípara, todo está todo previsto automáticamente, ¿qué razones hay para sospechar que durante las etapas posteriores, embarazo y parto, no lo esté?
La fecundación se produce sin que la mujer se dé cuenta, de forma indolora e inocua y la implantación en la mucosa uterina premenstrual del óvulo fecundado, a pesar de ser una verdadera agresión, pues las vellosidades coriales  excavan un hueco, en la mucosa, para implantarse en él, la mujer no siente nada. Sólo, en contados casos, tiene náuseas matinales, debidas a que su organismo acoge al óvulo fecundado como un elemento extraño y trata de deshacerse de él. Pero, en mayoría de los casos, sobre todo si el embarazo es deseado, el primer síntoma que la mujer acusa es la ausencia de menstruación y ello ocurre cuando el embrión ya está formado, ya es un organisno diferente al que lo contiene, el principio de otro ser semejante, pero diferente.
Una vez formado el embrión, dentro de él existe energía suficiente para formarse un organismo completísimo y hacerle crecer, utilizando para ello, los materiales que toma de la sangre materna.
En el plazo, relativamente breve de un año lunar (280 días aproximadamente) el cigoto, semejante a una cabecita de alfiler, se convierte en un bebé de tres kilos de peso y 50 centímetros de lontitud (aproximadamente) y lo ha hecho solo, sin intervención ajena, sabiendo qué y cómo hacerlo.
¿No merece tal hecho confiar en que tal como ha sabido construirse sabrá nacer, empleando para ello, en el parto, la misma energía y el mismo instinto que empleó en su formación, durante el embarazo? ¿No es mucho más difícil construirse, por sí solo, un ser humano que, simplemente, salir? ¿Cómo puede la 
Naturaleza ser tan perfecta para lo difícil y no serlo para lo fácil? ¿Por qué es necesario intervenir en el parto y no lo ha sido durante el embarazo? ¿En qué consiste, verdaderamente, el parto para que el organismo femenino no lo pueda ejecutar por sí solo, si está archidemostrado que puede hacerlo?
El parto es, ni más ni menos que un trabajo muscular que el organismo femenino ejecuta, cuando da por terminada la formación del nuevo ser, cuando ya no tiene objeto la permanencia dentro del útero de un feto a término, de un bebé que ha llegado a un desarrollo corporal y sensorial que le permita respirar, regular su temperatura, alimentarse, desechar detritus y seguir creciendo.
Es muy posible que el parto dé comienzo cuando el organismo materno “sabe” que ya no es necesaria la permanencia del feto a término en él. O ¿es, acaso, el feto quién decide, pensando que ya está listo y que ya puede salir?
En cualquier caso, el trabajo del parto natural se verifica espontánea e involuntariamente, con la participación del feto y del organismo materno. 
Pero modernamente, la ”ciencia” se ha hecho cargo de él y lo trata como si fuera una extraña enfermedad que se puede inducir, dirigir y programar a voluntad. Ya no hay que esperar a que Dios quiera, exponiéndose a que el parto se presente en un momento intempestivo, que es como suelen presentarse casi todas las enfermedades: cuando nadie las desea ni las acepta.
Pero la enfermedad parto, puede inducirse o provocarse en el momento en que se crea oportuno y, además se puede “dirigir”, suprimiendo fases, acortando otras, modificando la función, adaptándola al gusto y a las circunstancias.
Para ello se prescinde, en absoluto de la colaboración de la mujer, es como si no existiera tal persona, como si fuera sólo un trozo de carne, pura materia suceptible de ser manejada y transformada en la forma en que se juzgue conveniente, sin necesidad de contar con su anuencia, sin que ella se entere de nada. Sólo sabe que, al final, cuando ya no pueda soportar más los artificiales manejos a que es sometida, le pondrán la epidural y el dolor desaparecerá como por encanto.
Durante milenios, el parto se ha estado verificando de esta manera:  En el momento oportuno, el organismo materno decide dar salida al bebé que tiene dentro.  Para ello tiene que abrirle paso, que eliminar el principal obstáculo que impide su salida: el cérvix o cuello del útero, un órgano semejante al pene que, a
diferencia de éste no es externo, sino que pende de la parte inferior del útero, alojado en la vagina. Tiene un canal cervical semejante a la uretra masculina y  por él que entraron los espermatozoos en el aparato genital femenino, pero se comprende que el feto a término, por ese estrecho canal no puede salir y la Naturaleza ha resuelto el problema, millones y millones de veces, haciendo desaparecer el obstáculo en tres fases:
1ª.- Reblandecimiento del cérvix, a costa de la separación de las fibras uterinas. Las longitudinales, contráctiles, de disponen a empezar su trabajo en la parte superior o fondo del útero, en tanto que las circulares que únicamente son fibras de sostén y no de trabajo, se situan en la parte inferior del órgano. Este fenómeno se conoce como formación del segmento inferior.
2ª.- Una vez formado el segmento inferior, las fibras longitudinales del útero empiezan a contraerse, ritmicamente, exactamente igual que las demás fibras musculares de cualquier órgano: Se endurecen, se achatan, se acortan y, como consecuencia, si el músculo está inserto el un hueso, se consigue que el miembro cambie de posición y si el músculo forma una cavidad hace que ésta se reduzca y presione sobre el contenido, obligándole a salir.
El trabajo principal propòsito del trabajo muscular uterino en el parto, consiste en eliminar el cérvix haciéndolo desaparecer y convirtiendo el canal cervical en un pequeñó orificio. Dicho trabajo lo realiza la fibra muscular uterina, tirando, de abajo hacia arriba, del cérvix reblandecido que se va quedando, cada vez más corto, porque sus fibras se insertan en la parte inferior o suelo del útero, también previamente reblandecidas.
Yo les explico a las embarazadas que, en esta fase del parto, el cérvix desaparece, del mismo modo que desaparece el trozo de mantequilla que se unta en el pan, a condición de que el cérvix esté blando y la mujer no haga fuerza en sentido contrario al que lo hace la musculatura uterina.
¿Qué pasa con el dolor? ¿Por qué  y cuándo aparece? ¿Que importancia tiene el dolor en el parto?  ¿Cómo y en qué medida influye en él?
Paradójicamente, las contracciones uterinas aumentan de intensidad, conforme avanza el parto. Lo lógico sería que dolieran menos, cuanto menor vaya siendo la superficie cervical que tiene que aplastarse y mayor el orificio que tiene que agrandarse y he observado que suele ocurrir todo lo contrario.
¿Por qué? Las contracciones uterinas son las únicas dolorosas y únicamente duelen en el parto, no en sus pródomos, ni en otras fases de la reproducción vivípara.
En el organismo humano se producen, diariamente, innumerables contracciones. El trabajo fisiológico del organismo se realiza con ellas, la mayoría son involuntarias,  no se sienten y las que sentimos, no pasan de ser molestas.
Las razones de que las contracciones uterinas duelan, durante el parto pueden deberse:
a)  A la existencia del reflejo condicionado, debido al cual, la mujer cree que el parto es una enfermedad y que tiene que doler. 
b)  La resistencia consciente o no, de la parturiente que empuja, de arriba a abajo, contrariando la acción de la musculatura uterina que tira, de   abajo hacia arriba y la consecuencia es que las contracciónes se refuerzan, hasta sobrepasar el límite indoloro.
c) La acidificación del musculo uterino, debida a mala oxigenación de la sangre, después de un trabajo excesivo y desacostumbrado, como ocurre 
con cualquier otro músculo en el mismo caso, en el que aparece un dolor 
llamado agujetas.
La especie humana perdió, al civilizarse, parte de sus instintos y los fue sustituyendo con la inteligencia, la educación, el aprendizaje y el estudio. Gracias a ello, la vida se ha ido haciendo más larga, más cómoda, más agradable. Aprendimos a elegir nuestros alimentos y a prepararlos, a construir viviendas más seguras y cómodas, conforme pasa el tiempo, ayudando a nuestro organismo a conservarse sano y a realizar eficazmente sus funciones fisiológicas
en las que, cada vez más se participa conscientemente, con más conocimiento de causa. ¿Por qué no se sigue el mismo criterio en la actividad reproductiva que en las demás funciones fisiológicas? ¿Por qué no se participa en el embarazo y el parto como generalmente se hace en la alimentación, el trabajo y el descanso?
¿Por qué ni siquiera se sabe cómo ayudar al parto y lo que, generalmente se hace es defenderse contra él? ¿Por qué en vez de recurrir a la anestesia no se trata de evitar las causas que provocan el dolor?
En último término, ¿por qué no soportar, como se hacía antes, un dolor que se sabe que es pasajero y no deja secuelas? ¿Por qué no aceptar el parto tal como es, con todos sus inconvenientes?
LOS PRINCIPALES INCONVENIENTES DEL PARTO

El parto es imprevisible e involuntario. No es cierto que pueda ser provocado a voluntad del ginecólogo. Unas veces fracasa y otras somete a la mujer y al feto a demasiada violencia. Es mucho más aconsejable esperar a que el parto se presente y consentir que lo haga de manera normal, con sus etapas, con sus descansos, empleando el tiempo necesario, sin prisas.
Es un error acostarse en el largo período de dilatación que el organismo interpreta como una situación normal de trabajo fisiológico y, por eso,se debe adoptar, durante el mismo una postura normal que, en el ser humano es la posición bípeda. 
La parturiente debe permanecer, durante la dilatación, el mayor tiempo posible en pie, paseando, cambiando de lugar. En el acmé de la contracción, para favorecer su eficacia y evitar toda resistencia, debe sentarse cómodamente, con el torso inclinado hacia delante, los brazos caídos, las manos laxas y con los dedos extendidos y separados
ΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠde obstetricia alemán Bumm, a principios del siglo anterior daba a sus discipulos: Derrochar en el parto paciencia, paciencia y paciencia.
Es la mujer, la principal protagonista, la persona más interesada en que todo salga bien, quien debe emplear, en el parto, la mayor cantidad de paciencia. Tengo la experiencia de que con contracciones breves, suaves y espaciadas, soportadas con paciencia, el parto no sólo es posible, sino que hasta parece más corto.
El período de expulsión no comienza cuando la dilatación está completa, ni tampoco cuando se rompe el saco amniótico sino cuando la presentación está llegando al 4º plano y el canal blando se ha formado.
El mecanismo de la expulsión fetal, no es que sea semejante a la defecación, es que es exactamente igual. En ambos casos la musculatura uterina o rectal, ha logrado abrir el orificio cervical o el esfínter del ano y los músculos abdominales, presionando de afuera hacia adentro, estrujan, empujan el contenido y le obligan a salir.
La defecación no presenta ningún problema, las heces no tienen huesos y su resistencia es infinitamente menor que la del feto que, además de un cráneo duro y voluminoso, posee un esqueleto óseo. A su paso por el canal óseo del parto, el cráneo fetal reduce su tamaño, juntando o acabalgando los huesos del mismo que no están unidos y que vuelve a recuperar su tamaño, poco a poco, conforme la expulsión progresa. 
El feto a término colabora en su nacimiento, debe adoptar una postura 
ΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠΠ A veces, aún antes de que el parto empiece, el bebé se coloca ya, como si fuera a salir. Cruza los bracitos sobre el pecho, dobla y encoge sobre su abdomen las piernecitas y flexiona fuertemente la cabeza, apoyando la barbilla en el pecho y presenta a su salida el occipucio y con él, el diámetro menor del cráneo, el bioccipital, cuya longitud es, aproximadamente de 7cm.
  Cuanto más sosegado, más suave, más tranquilo haya sido el parto, hasta el nacimiento del bebé, más rápido, indoloro y seguro será su final.
El alunbramiento y la formación del Globo de Pinard que asegura la buena retracción uterina,  cierra la luz de los numerosos vasos retroplacentarios rotos, impide la hemorragia y cicatriza la herida que queda en la parte de la mucosa uterina donde estuvo inserta la placenta, así como la producción y expulsión normales de loquios, serán normales, indoloros y sin peligro alguno y no puedo por menos de recordar que el éxito del parto depende, principalmente de la mujer, que es ella la que tiene que ejecutarlo, que es su propio organismo el que suele poner obstáculos que obligan a intervenir y que toda intervención en
una función fisiológica normal es, en el mejor de los casos, innecesaria.
El bebé debe salir solo, exactamente igual que sale el sol, cae la lluvia y se producen las mareas, porque el embarazo y el parto son cosas completamente naturales.
  Madrid, Enero, 2004
Consuelo Ruiz Vélez-Frías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe ...